martes, 1 de abril de 2008


Y entonces gritas, y sabes que nadie te puede parar. Tu cara refleja todo el dolor que has vivido, todo el miedo que has sufrido, cada lágrima que has sangrado. Tienes la certeza de que NADIE, reitero, NADIE va a oírte; o lo que es más importante, escucharte. Y no es que tu grito no sea lo suficientemente alto como para no ser escuchado, es que no quieren oírlo, prefieren ignorar antes que gritar contigo.